Llevo 10 meses estudiando hebreo y ya estoy esperando que empiece el nuevo curso. Es un idioma difícil pero, al mismo tiempo, interesantísimo.
Mirando desde la perspectiva de estos 10 meses, he aprendido mucho, principalmente gracias al empeño de nuestro “moré”, su buen hacer y su conocimiento de los problemas que surgen en el camino del aprendizaje de los hispanohablantes.
Las clases son amenas, aparte de seguir el método elaborado por la universidad de Jerusalén, hacemos juegos, concursos, leemos pequeños textos adicionales, todo para familiarizarnos con el vocabulario y enriquecerlo.
Hay buen ambiente en clase y la pasión por el hebreo nos une.
Un pequeño consejo para los que pensáis empezar a estudiarlo: lo más, más, más importante es asistir a clase, aunque se nos olvide hacer los deberes o no podamos estudiar en casa. Donde más se aprende es en clase.
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