Esta aventura comenzó en el momento en el que me comunicaron que me habían concedido una beca para pasar todo un curso académico en la Universidad Hebrea de Jerusalén
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Así comienza el relato de Marta Burgos, alumna de Hebreo Vivo. Esta es la primera entrega de una serie de relatos acerca de sus impresiones en Israel. Les deseo una lectura emocionante.
Esta aventura comenzó en el momento en el que me comunicaron que me habían concedido una beca para pasar todo un curso académico en la Universidad Hebrea de Jerusalén ¿Qué sabía yo del día a día en Jerusalén? Más bien poco, ni la división por barrios, ni la ubicación de la Universidad y todo mi nivel de hebreo, tras un año de estudio, se limitaba a “ani lo medeber ivrit”. Dicho así este año promete un sin fin de rarezas y de cosas curiosas.
Antes de partir comencé a informarme por Internet sobre los barrios en Jerusalén para poder más o menos saber dónde pudiera encajar yo, barrio judío ortodoxo, barrio judío conservador (aún hoy sigo sin saber cuáles son las diferencias exactamente), barrio armenio y barrio árabe.
Pasar de vivir de Plaza de España en Madrid a cualquier punto de Jerusalén es un cambio de mundo en toda regla. Por comenzar a conocer gente y a través de las comunicaciones de la Universidad, antes de salir de España me apunté como voluntaria a la Asamblea General de la Federación de Judíos de América del Norte. Como decían algunas de mis amigas, “Marta, no sé si sabes que tú no eres judía, ni de América del Norte tampoco.”
Como yo soy de las que necesito ver qué me dice el lugar en el que voy a vivir, (si lo sé, puede que aquí me lo diga en hebreo y que no lo entienda), decidí reservar algo provisional, un hostal durante un tiempo para poder ubicarme en la ciudad. Por casualidad acabé en la Puerta de Damasco, barrio árabe de la ciudad, cerca de la Universidad, que, para los que tengan curiosidad, se encuentra en el Monte Scopus y muy cerca del centro y de la ciudad antigua.
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Más o menos un sitio normal, y digo más o menos porque como huéspedes encuentras personas de lo más variopinto. Por un lado, otro estudiante de la Universidad que siempre va vestido con un túnica blanca, aún no he entendido por qué, y a unos cuantos religiosos cristianos que aseguran que habrá una guerra en el próximo año y que el cambio de la humanidad comenzará en Jerusalén. Sólo espero que no tengan razón.
Lo primero que hice, tras mi llegada, fue ir a la Universidad. Me informé de los autobuses que me llevaban allí y, oh!!! casualidades de la vida, la parada del 19 estaba justo al lado del hostal y no tardaba más de 15 minutos. Pagué el billete (6.60 NIS, al cambio 1.40 Euros, una barbaridad) y monté. Al llegar a la Universidad un trabajador de seguridad monta en el autobús por una puerta y baja por la otra, mirando que cada uno tengamos identificadas nuestras mochilas.
Para poder entrar en el edificio debes pasar el control de seguridad y te piden el carné de estudiante. Como es obvio, aún no lo tenía, así que presenté mi pasaporte y la carta de admisión de la universidad. El hombre de seguridad miró la documentación y de todo lo que pudo haber dicho lo que se le ocurrió decir fué: “Te llamas Marta, como la madre de Superman”. En ese momento pensé, “claro, es una de las Martas famosas, está Marta, la hermana de Lázaro y la madre de Superman, todo el mundo lo sabe”.
Excelente post Marta!!!! Tienes que seguir experimentando y escribiendo!!!!